Nunca he querido pensar que un peluquero o un profesional de la estética deba quedar englobado en esa categoría de 'empresario' al uso, hacia la que los contertulios se dirigen de manera despectiva, displicente e incluso con insultos. Se la presenta como la categoría del 'exprimepersonas', el explotador del año 2025: un ser egocéntrico e insolidario que solo busca su beneficio personal.
El empresario, sin embargo, es una persona que invierte su tiempo, conocimientos y dinero —muchas veces aquel que no tiene— y lo arriesga con base en un proyecto que debe aportar beneficios a la sociedad, hacer crecer al país y, lógicamente, ofrecer una rentabilidad al riesgo, a la idea y al trabajo.
El tejido empresarial de este país está formado, en un 99% de los casos, por pymes y micropymes que son tratadas por los políticos de turno como si fueran empresas del IBEX. Son personas como usted y como yo, que prestan sus servicios o venden sus productos a cambio, en el mejor de los casos, de un sueldo similar —y muchas veces inferior— al del resto de su equipo y de sus trabajadores.
Como profesional, cada vez veo a más gente joven con talento y conocimientos que afirma que, en este entorno, no quiere arriesgar, o que, si lo hace, será en otro país u otro continente, donde recibirá, con toda seguridad, mejor trato y reconocimiento.
Generamos y formamos talento para que se marche. Y esa constante fuga de conocimiento está poniendo en riesgo nuestro tan manido 'estado de bienestar'. Un estado de bienestar que empobrece a la clase media y que se ha convertido en el 'bien-estar' de una clase política profesionalizada, egoísta e incompetente. Una clase que toma decisiones contra tu peluquería y tu centro de estética; que no sabe cuánto dinero arriesgas cuando decides abrir cada día tu negocio; que ignora que una baja —aunque sea justificada— de una persona de tu equipo implicará tener que acudir al banco a pedir dinero para llegar a final de mes, porque sus costes y su improductividad no solo absorben tu margen, sino que lo convierten en pérdidas de forma radical. Así se van tu sueldo y tus ahorros, querido profesional de la belleza.