El cine, la moda y la peluquería despide a Brigitte Bardot, fallecida este domingo en Saint-Tropez, la localidad que ella misma convirtió en símbolo de libertad, sensualidad y estilo. Considerada uno de los grandes iconos del cine europeo del siglo XX, Bardot fue mucho más que un sex symbol: su imagen marcó de forma decisiva la estética femenina y dejó una huella imborrable en la historia de la peluquería profesional.
Para David Lesur, director de formación de los salones David Künzle y gran conocedor de la estética francesa, la influencia de Bardot fue determinante:
"Brigitte Bardot rompió con la rigidez de los peinados franceses de los años 40 y 50. Su estilo era más libre, relajado, con una sensualidad casual que se volvió deseable e imitada por mujeres de todo el mundo".
Su melena rubia, larga, despeinada y con volumen, se convirtió en su seña de identidad. Ella misma se cardaba el cabello para conseguir ese efecto salvaje y rebelde que explotó en sus películas con Roger Vadim, Jean-Luc Godard o Louis Malle.
El volumen en la parte superior, combinado con ondas suaves, construyó un ‘look’ asociado a la feminidad y la sensualidad, al que Bardot añadía pañuelos, cintas, diademas y sombreros. Accesorios que ayudaron a consolidar su imagen como icono de moda y que dieron lugar al llamado ‘look’ Riviera, vinculado para siempre a Saint-Tropez.
Al no presentar líneas rígidas, se funde de manera natural con las capas del cabello, aportando ese aire casual y boho chic que definió su estilo y que sigue siendo una referencia en los salones actuales.
Los semirrecogidos altos o ‘half updo’ fueron otro de sus peinados emblemáticos. Con la parte superior recogida y el resto del cabello suelto, Bardot simbolizó un ‘glamour’ natural y una libertad estética inédita hasta entonces.
Las coletas altas, voluminosas, cardadas y ligeramente despeinadas, con flequillo abierto y mechones delanteros sueltos, se convirtieron también en uno de sus estilos más reconocibles. Un ‘look’ que ha sido revisitado una y otra vez en décadas posteriores, tanto en pasarela como en la calle.
El moño ’bouffant’ es otra de las imágenes más recordadas de Bardot. Supercardado, alto y de inspiración vintage, se fijaba con laca y horquillas hasta crear una estructura que evocaba un pequeño nido. Siempre con mechones sueltos y un acabado deliberadamente imperfecto, transmitía un aire desenfadado, informal y profundamente femenino.
Hoy, su legado permanece vivo en cada melena con volumen natural, en cada flequillo cortina y en cada recogido aparentemente improvisado que, en realidad, es pura técnica y estilo.