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Peluquerías originales

Felicitas

Blancura orgánica y elegancia de vanguardia

por Magda Simó

Prístino y tecnológico, pero acogedor. Elegante y minimalista, pero sofisticado. Limpio y sobrio pero sin duda femenino. El salón de Felicitas en Mataró es todo eso y mucho más: al bienestar del cliente como objetivo principal se le suman la eficiencia en los espacios y una estética cuidada hasta el último detalle. Si a ella ya la conocíamos de sobra por sus logros profesionales, nos quedaba conocer su particular espacio de trabajo. Bienvenidos a su salón.

En los últimos años, Felicitas, nacida en Zaragoza pero afincada en Mataró, ha conseguido posicionar su nombre y su salón en el mapa de lo más granado de la peluquería española con un trabajo constante e inspirador. Premios y nominaciones aparte, su espacio en una de las arterias principales de esta ciudad catalana e industrial destaca por su vanguardia y su cuidado interiorismo, ideado hasta el mínimo detalle para trabajar con comodidad: “Quería crear un ambiente diferente donde tanto los clientes como el propio equipo encontráramos las comodidades necesarias para el trabajo diario”, explica Felicitas. Según la propia estilista, la imagen del salón es su carta de presentación ante el público y refleja su visión particular de lo que debería representar la peluquería actual.

Su primer salón lo abrió a los dieciocho años, animada por su madre: “Gracias a su espíritu emprendedor, me animó a comenzar una nueva etapa profesional, cuando supimos que se traspasaba una pequeña peluquería de 30 metros cuadrados”, añade. Hasta entonces, y desde los quince años, había estado trabajando en un salón, primero compaginando el trabajo con los estudios de peluquería y después como oficiala en el mismo establecimiento. El pequeño salón de Felicitas vino seguido de un segundo local de 50 metros cuando el crecimiento del negocio impuso la necesidad de un espacio mayor. Y por último, como dice ella misma, a la tercera va la vencida, cuando se trasladaron a su actual ubicación, un bajo de 170 metros cuadrados que respondía a la perfección a su demanda de espacios diferenciados y que se encontraba a poca distancia del anterior, con lo que se podía conservar a la clientela. Con la ayuda del prestigioso arquitecto de interiores Xavier Martín, Felicitas dio forma a su espacio de trabajo soñado, un proyecto de interiorismo que incluso estuvo nominado a los premios Puig i Cadafalch de arquitectura y diseño. “Quise conseguir un salón con un estilo minimalista con un toque zen, un lugar que invitara al relax”, explica Felicitas.

El salón de Felicitas está lleno de pequeñas y grandes cosas que dan idea del gusto por los detalles de su propietaria, como la pantalla de plasma situada en el techo de la zona de lavacabezas o los armarios ocultos tras los espejos de los tocadores, a los que se accede por el lateral interior y que no pueden verse desde la entrada del salón para evitar la imagen de desorden. La zona de espera tiene como gran protagonista a un impresionante banco de formas orgánicas y color blanco, acompañado por unas hornacinas ovaladas para exposición de productos en la pared que cambian de color por la iluminación de leds de su interior. El blanco, combinado con el metal, es el color que predomina en todo el salón. “Elegí estos colores para crear un ambiente diáfano, minimalista y elegante”, explica Felicitas. “En el diseño del espacio primé la funcionalidad y la comodidad junto a la elegancia y el vanguardismo”, continúa. A la hora de plantear el diseño del salón, se estudió el recorrido que realizan en él los clientes para optimizar el espacio y dedicar el mayor número de metros a las zonas con más afluencia. De este modo, aunque visualmente se percibe como un gran espacio diáfano gracias a los separadores a media altura y los paneles de cristal, el salón se divide en seis áreas: recepción y sala de espera; zona de corte-color con diez tocadores; laboratorio; zona relax con lavacabezas shiatsu, spa manicura y spa pedicura; zona de estética con dos cabinas diferenciadas; y zona privada en distintas dependencias con office para el personal, despacho, guardarropas y almacén. Asimismo, cada zona también tiene una iluminación especialmente pensada, que se realizó en base a un estudio encargado a una empresa especializada en iluminación.

La relajación del cliente y que viva una experiencia agradable en el salón son dos de los objetivos que Felicitas persigue con el cuidado interiorismo de su salón, cosa que tiene su máxima expresión en el mimo con el que se configuró la zona de lavacabezas. “Es una zona separada para garantizar el confort y el relax”, explica Felicitas, “seguimos un protocolo con velas e incienso acompañado siempre de un masaje shiatsu en el cuerpo y un masaje capilar. Para nosotros es una zona muy especial, en la que el cliente tiene que encontrar unos cuidados especiales y personalizados”, concluye.

La innovación, tanto en la imagen externa del salón como en las técnicas de color, corte y tratamientos que se ofrecen en él, es el leit motiv del trabajo de Felicitas y según ella, también la clave de la fidelidad de su clientela, que por supuesto recibe una atención personalizada. “El primer impacto es el diseño, pero lo más importante de mi salón es el trabajo de formación de equipo, la atención al cliente, las estrategias de marketing que desarrollamos y un modelo de gestión de empresa de éxito que nos ha llevado a ganar diversos premios”, añade Felicitas para terminar. Conociendo su trayectoria y visitando su salón, ¿cómo dudarlo?.

Felicitas

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